Con sincio de viajar...

Somos una pareja que reside en Santander y que dedica los fines de semana a conocer nuevos lugares.
Empezamos en Cantabria... ¿Dónde terminaremos?

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Bola del Mundo



Aprovechando que estamos en Madrid y que hace poquito la Vuelta Ciclista subió a la Bola del Mundo, hemos hecho una pequeña excursión para ver esas subidas con nuestros propios ojos, esta vez con un acompañante de honor.

Keco robándole el primer plano a Laura
Subimos con el coche hasta el puerto de Navacerrada (también se puede llegar en tren), aparcamos y allí comenzó nuestra ruta, de aproximadamente 6 kilómetros.

El Alto de las Guarramillas, más conocido como la Bola del Mundo, es una montaña de la sierra de Guadarrama que está a 2.265 metros de altitud. Teniendo en cuenta que el puerto de Navacerrada está a unos 1.900 metros del altitud, podréis comprobar que la subida en 3 kilómetros tiene una buena pendiente. 

Y, ¿por qué es conocida como la Bola del Mundo? Este nombre apareció cuando se instalaron las antenas repetidoras de TVE, cuyas emisiones empezaban con una imagen de la bola del mundo y sobre ella, en el centro de España, aparecían unas antenas con forma de cohete que emitían ondas semicirculares.


Keco y Jorge, y al fondo las antenas.

La subida empezó con mucha fuerza, sobre todo por parte de Keco, que no se imaginaba los 3 kilómetros de subida que le esperaban. El clima era fresco, aunque brillaba el sol. Así que nosotros nos quemamos, y el pobre Keco no podía parar de jadear.


Keco tomando un descanso.
Gracias al buen día pudimos disfrutar de unas vistas geniales.

Coke y Lauri
Después de aproximadamente una hora de subida, con alguna que otra parada, llegamos a la cima. Aquí tenéis la prueba.

Por fin en la Bola del Mundo
Al contrario de lo que pueda parecer, la bajada fue casi más costosa que la subida. Nuestros gemelos empezaban a hacer notar la fuerza que se hace al bajar, y el pobre Keco se puso en huelga de pasos varias veces, buscando siempre que era posible una sombra fresquita.

Lauri descansando, y Keco aprovechando  la circunstancia.

Keco se rindió en esta sombra.

En resumen, está genial disfrutar del aire fresco de la montaña por esta pequeña ruta que no plantea una dificultad excesiva para ir andando, porque los pobres ciclistas que vimos iban "derrengaos", la prueba es que Jorge la subió el año pasado y dice que no ha sufrido tanto en su vida.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Potes

Teníamos ya sincio de viajar y aún más de dirigirnos a este destino. Potes es uno de los pueblos más famosos y transitados de Cantabria, y está situado justo en el centro de la comarca de Liébana. Toda la zona es impresionante, es entrar y darte cuenta de por qué el norte es tan maravilloso, ese tono verde que tiñe todas las montañas hace que sea mágico. Pero llegar hasta nuestro destino resultó mucho más bonito aún, ya que para ello hay que atravesar el desfiladero de la Hermida, que para el conductor puede convertirse en un trayecto muy divertido o en toda una pesadilla, depende de como se mire, pero para el copiloto es sin duda un reclamo para sus ojos, a no ser que padezca de mareos.
Una vez en Potes, lo primero de lo que te das cuenta es de todo el tránsito de personas y coches que hay, encontrar sitio para aparcar se puede convertir en toda una hazaña, y como nosotros no tenemos suficiente paciencia, decidimos parar primero en otro sitio, un mirador cerca del monasterio de Santo Toribio para hacernos una foto con Potes a nuestras espaldas y visitar la iglesia.

Mirador cerca del monasterio de Santo Toribio

Puerta del monasterio de Santo Toribio

Tras esto, preguntamos a un lugareño como llegar hasta la cruz de La Viorna, una cruz que se puede ver a lo alto de las montañas que rodean el lugar y que el hermano de Laura nos recomendó visitar. Tras unas indicaciones muy precisas volvimos a coger el coche y recorrimos las curvas carreteras hasta encontrar Maredes, el pueblo desde el que salía la ruta que debíamos tomar, no sin antes perdernos.
Hay dos formas de hacer este recorrido: el camino largo, de unos 2 km y que es una pista por la que pueden transitar coches preparados para la montaña y que lleva casi hasta la cima; o uno más corto de poco más de 1 km que te lleva por sendas muy estrechas bordeando la montaña por plena naturaleza. Decidimos coger la segunda, en la que no solo nos encontramos vegetación sino una pendiente de ¿cuánto? ¿quizá un 30%? más que 1km pareció que hiciéramos 4, y tras varias quejas injustificadas y acordarnos de la persona que nos recomendó la senda conseguimos llegar a la dichosa cruz.

Senda hacia la cruz
La cruz que desde Potes parecía enana resultó ser una gran estructura de hormigón ¡PINTADA DE BLANCO Y CON LEDS! que no nos dejó indiferentes.
Cruz de La Viorna

La verdad es que no tuvimos demasiada suerte, ya que el cielo nublado nos impidió disfrutar de lo que podían haber sido unas vistas increíbles.
Potes desde La Viorna

Tras bajar nuestro kilometro y con una pequeña caída de por medio -  no diremos de quién - bajamos a nuestro destino real, Potes. Esta vez tuvimos una suerte que no nos merecíamos y encontramos sitio prácticamente sin dar 3 vueltas, y debido a nuestro "gran esfuerzo" nuestras ganas de comer eran tantas que decidimos parar en un restaurante antes de continuar con nuestra visita.

Sinceramente, no comimos bien. Nos decantamos por un menú del día, ambos comimos fabada de primero (sólo diremos que hasta la de bote es más rica) y de segundo Laura pidió un filete a la plancha y Jorge unos escalopines al queso de Tresviso... de la carne sólo se puede decir que le correspondía vivir en el cubo de la basura desde hace, al menos, tres días. El postre no fue demasiado mejor... una tarta de queso asquerosa (nunca habíamos probado una tarta de queso mala) y otra de orujo que... se salvaba por poco.

Con las tripas llenas y la cartera triste porque habíamos tirado el dinero, dimos un paseo por las calles empedradas de Potes, que discurren en las orillas del Río Deva. El núcleo urbano de Potes tiene muchos edificios constuidos durante los siglos XVII y XVIII, pero la construcción que más destaca es la Torre del Infantado, de la baja Edad Media.


Torre del Infantado

En las callejuelas de Potes hay un montón de pequeñas tiendas en las que se pueden comprar artículos artesanos y típicos de la zona: desde bastones de madera hasta chocolate u orujo, pasando por albarcas, ropa, cestos, imanes para la nevera y un sin fin de souvenirs diferentes.

Tiendas de Potes

Aquí tenéis un par de fotos en las que podéis ver cómo el río pasa por el centro del pueblo. Es todo un placer tomarse un café (o un buen orujo típico de Potes) mientras disfrutas del sonido del río al bajar.

Río Deva y el puente 

El mismo puente, desde el otro lado

jueves, 21 de junio de 2012

Puente Viesgo

Puente Viesgo es un pueblecito situado en la comarca de Pas-Miera y es atravesado por el río Pas. Ya de por sí es encantador, pero además, en él podemos encontrar varias cuevas y el famoso balneario. No podíamos perdernos nada de esto.

Las cuevas las visitamos acompañados de tres amigos: Clara, Jesús y Alonso. Clara fue la encargada de llamar por teléfono a las cuevas para poder visitarlas, porque controlan el número de personas que entran en las cuevas para mantenerlas bien conservadas, ya que necesitan una temperatura y condiciones de humedad concretas. Poder acceder a las mismas nos costará 3€ por persona y cueva, y nos harán una visita guiada.

Nuestra primera parada fue la Cueva de las Monedas, la que se encuentra a más altitud de las dos, y a la que hay que acceder tras un paseo de unos 600 metros por un camino de gravilla. Lo primero que notamos al entrar en la cueva es el gran cambio de temperatura, éstas están a unos 13º según nos explicaron. Anteriormente esta misma cueva llevaba el nombre de "la Cueva de los Osos" porque cuando la descubrieron estaba llena de esqueletos de osos que se habían metido a invernar y que nunca habían salido. Más tarde se le cambió el nombre porque se encontraron unas monedas y restos del saquito que las portaba. En el siglo XV se difundió el rumor de que dentro de las cuevas había tesoros escondidos, y se piensa que una persona que buscaba uno de estos tesoros perdió las monedas al bajar por un túnel interno de 20 metros de profundidad. Discutiéndolo entre nosotros, llegamos a la conclusión de que esta teoría es un poco rara, somos más del pensamiento de que el hombre entró a esconder las monedas y nunca volvió a por ellas. Te recorre un escalofrío cuando piensas que allí hubo personas de verdad paseando hace tantos años. Esta cueva no tiene una gran cantidad de pinturas, aunque las que tiene se ven con mucha claridad y están concentradas en una única zona. Pero, sin duda, lo que más destaca de la cueva son sus yacimientos geológicos: estalactitas, estalagmitas, discos, columnas, terrazas colgadas y coladas de colores, que se deben a la gran variedad de minerales de las rocas. No pudimos ver el final de la galería porque había muchas formaciones geológicas que impedían el paso y en su día decidieron no seguir destruyendo para hacer el camino, a pesar de que al final se encuentra la sala más especial, en la que hay formaciones de cristales que, según nos han dicho, hacen unas formas realmente sorprendentes, como las que se pueden ver en la Cueva del Soplao.

Entrada a la Cueva de las Monedas

Después de visitar Las Monedas bajamos a la Cueva del Castillo, que no nos sorprendió tanto por todo lo que nos gustó la anterior. El Castillo, descubierta por Hermilio Alcalde del Río a principios del siglo XX, tiene en su entrada un gran foso de unos 20 metros en el que se encuentran sedimentos de muchas etapas históricas. Se recorren casi 275 metros, aunque nosotros no pudimos ver la última sala por razones de conservación. Durante todos ellos se reparten un gran número de representaciones del Paleolítico, tanto animales como símbolos y manos en negativo. En la visita se van bajando escalones y haciendo paradas en las pinturas más representativas.

Entrada a la Cueva del Castillo

La principal diferencia entre ambas cuevas son las formaciones geológicas y las pinturas, las primeras mucho más presentes en Las Monedas, y las segundas en el Castillo. Merece la pena visitar ambas cuevas, el precio es muy bajo y las visitas muy completas, con unos guías que se hacen entender a la perfección y que hacen que sea muy agradable.

Después de comer con nuestros amigos, les dejamos para ir al Balneario de Puente Viesgo. Teníamos un 2x1 que nos habían dado en una carrera por el cáncer que se celebró en los Corrales de Buelna, por lo que por sólo 36€ disfrutamos de un maravilloso circuito en el Templo del Agua. Desde que llegamos el trato fue maravilloso, y nos explicaron todas las instalaciones pausadamente y nos dieron consejos sobre su utilización. El circuito es muy amplio, puedes repetirlo las veces que quieras y no hace falta que sigas un orden específico. A nosotros lo que más nos gustó fue el jacuzzi exterior, en el que se notaba muchísimo el cambio de temperatura porque ese día hacía fresquito. También nos encantaron los volcanes y las tumbonas de chorros. Además, está genial que hay diferentes tipos de saunas, que, sin duda, ponen el punto y final a un rato de relax acuático.

Templo del agua

Esta entrada es un poco diferente a las demás porque no hemos incluido fotografías nuestras, ya que dentro de las cuevas está prohibido hacer fotos y en el balneario os podéis imaginar que también.

Para terminar, os dejamos unos enlaces interesantes por si queréis seguir informándoos:

miércoles, 6 de junio de 2012

Santurce y Portugalete

En Santander no hay un centro comercial grande con tiendas H&M, Primark, Ikea, etc., por eso los santanderinos suelen irse a la zona de Bilbao para hacer sus compras. El más cercano es Ballonti, situado en Portugalete.

Aprovechando una de estas escapadas comerciales, decidimos conocer la zona. Cogimos el coche y nos dirigimos hasta allí, y cuando llegamos encontramos una ciudad pequeñita pero llenísima de gente para la hora que era (las doce aproximadamente), un montón de semáforos y unos carteles algo confusos. De hecho, acabamos en Santurce, cuando lo que queríamos ver era Portugalete. Aparcamos el coche cerca del puerto y fuimos a la oficina de turismo, donde nos indicaron qué podíamos ver y nos enseñaron un pequeño museo dedicado a la pesca en la zona. Decir del museo que si te gusta la pesca está bien, pero si no... mejor no comentamos.

Desde la oficina de turismo fuimos hasta una estatua que hay dedicada en el puerto a la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores. Junto a ella, hay una grúa antigua que merece la pena pararse a ver.



Santurce parece ser la ciudad de Jorge: hay una iglesia con su nombre y, además, el topónimo procede del latin "Sant Georgis".


Nos llamó muchísimo la atención la cantidad de jubilados que había junto a la Iglesia de San Jorge, en un parque frente al puerto. También nos descolocó los 4€ que nos cobraron por dos Coca Colas.

Después de un breve paseo por aquí, cogimos de nuevo el coche para ir al sitio al que queríamos conocer desde el principio: Portugalete, o como lleva diciendo Jorge desde entonces "Portogulete" (no por meterse con el sitio, sino porque es incapaz de decirlo bien). Lo que queríamos ver era el Puente de Vizcaya, Patrimonio Mundial desde 2007. Este puente, inaugurado en 1893, une Portugalete con Getxo sin necesidad de cruzar toda la ría ni de entorpecer la navegación. Se trata de un puente metálico del que cuelga un transbordador, que fue el primero fabricado en metal del mundo. Es el resultado de la fusión de dos innovaciones tecnológicas: la ingeniería de los puentes colgados de cables, y la técnica de grandes vehículos mecánicos accionados con máquinas de vapor. Se ha ido renovando tecnológica y turísticamente con el tiempo. Actualmente, pasar andando por la parte superior cuesta 5€, mientras que ir en el transbordador cuesta 0,35€, en coche 1,30€.




De nuestra visita lo que más nos ha gustado ha sido, sin duda, ver el Puente Vizcaya, que es realmente impresionante. Recomendamos esta visita a todo el que tenga la oportunidad.


sábado, 26 de mayo de 2012

Ubiarco y Suances


Este fin de semana el verano ha dado sus primeros coletazos, y nosotros hemos salido a disfrutar de ello. Esta vez hemos ido a Suances y, por recomendación de Jorge, a Ubiarco.

Ubiarco es una localidad del municipio de Santillana del Mar. Está situada a cinco kilómetros de la capital municipal, Santillana del Mar y a poco más de 30 kilómetros de Santander. De todas las localidades del municipio, Ubiarco es la única que tiene playa, la playa de Santa Justa.

Cuando llegamos quisimos parar directamente a la Playa de Santa Justa, pero estaba cortado a coches porque había un rallie. Así que cogimos un caminito que había justo antes de llegar y parecía dar allí, y comenzamos a caminar. Después de un rato llegamos al final del camino, y vimos que no conducía a ningún sitio. Nuestro gozo en un pozo. Decidimos entrar por donde estaba cortado, y tras cinco minutillos caminando llegamos a la playa. Llama la atención que hay un chiringuito con muy buena pinta y que todas las farolas se alimentan con luz solar. Pero lo que más llama la atención es, sin duda, la ermita que está frente a la playa.

Playa de Santa Justa.

Esta pequeña ermita, incrustada en la roca y junto a un acantilado, data del siglo XVI, tiene carácter semiruprestre y sólo tiene dos paredes de piedra, las demás  están conformadas por la piedra de la montaña, como pudimos comprobar mirando por la rendija de la puerta. Accedimos a ella a través de un sendero (bastante pindio), ya que la marea estaba muy alta.
Ermita de Santa Justa.

Desde la zona de la ermita hay unas vistas fantásticas.


Vistas desde la ermita.

 Mientras estábamos yendo a la ermita nos llamó la atención una torre que estaba en la parte más alta de la montaña. Se trata de una antigua torre medieval derruida.

Camino que lleva a la Torre.

Merece la pena subir y acercarse a ella (por otro camino también muy pindio), aunque sólo se mantienen en pie dos de sus caras, en las que hay unos pequeños ventanucos. Cuando llegamos pensamos en volver un día al atardecer, verlo a través de este ventanuco tiene que ser una pasada.


Ventanuco.

Desde la torre puede verse la playa de Tagle.

Playa del Sable, Tagle.

Tras este largo paseo, y después de atravesar un par de "praos" ajenos, llegamos al camino que "no llevaba a ningún sitio" y, por fin, al coche. Desde allí fuimos a Suances. Jorge quería enseñarle el faro a Laura, por lo que fuimos directamenta hacia allí. Eso sí, hicimos una pequeña parada para admirar la playa de la Concha.

Playa de la Concha, Suances.

Una vez en el faro, nos encontramos con un paseo que discurre entre éste y la playa de los Locos, famosa por ser un punto de encuentro para surferos. Este paseo está genial porque tiene acceso a varios acantilados  y además, las vistas son maravillosas.

El faro.

Junto a un monumento a la Virgen del Carmen.

Al fondo, la playa de los Locos.

Jorge al borde del abismo.

Laura, más al borde del abismo todavía.

Para acabar nuestra visita, dimos una vuelta por el paseo marítimo, al que va a dar un carril bici que llega hasta los Corrales de Buelna y que va bordeando el río.

Paseo marítimo.
Esta ha sido una de las excursiones que más nos ha gustado. Seguro que este verano iremos a alguna de las fantásticas playas que hemos conocido.

domingo, 6 de mayo de 2012

Peña Cabarga

Hoy, por fin, Laura ha llevado a Jorge a Peña Cabarga, uno de los picos más emblemáticos de Cantabria. Está situado a 569 metros con respecto al mar y a parte esto, es muy conocido por la ascensión que realizan los ciclistas en la Vuelta España, de hecho mientras vas subiendo el puerto puedes ir leyendo los mensajes de ánimo que se escribieron el la carretera para animar a los ciclistas, en especial a Cobo, último ganador de esta vuelta.

Nada más llegar nos recibieron unas vaquitas que estaban en el prado de enfrente, y un caballito que huyó nada más ver a Laura.

Las vistas desde lo más alto de este pico son increíbles, podemos ver todo Santander y cómo el mar penetra en la bahía de una forma muy característica.

Lo que empeora estas maravillosas vistas son las antenas, empañando un poco la visión de Santander.

Justo en el parking podemos encontrar una torre que se llama la cámara oscura y desde la que podréis ver una panorámica de la zona. En su web pone que abren, en horario de verano, de 11 a 19, y siempre y cuando la climatología sea buena. El caso es que estaba cerrado, suponemos que aún no sea temporada de verano.

Tuvimos la oportunidad de ver como estaban practicando parapente.




También encontramos una cruz que es una reproducción de la del Teide.


Como curiosidad justo en el centro de la montaña han colocado unas indicaciones que te dicen en que dirección y los kilómetros que hay a diferentes capitales de Europa.



No podemos despedirnos sin comentar que uno de los usos de este lugar es como picadero. Sí, la gente viene  aquí a pasar un buen rato con buenas vistas, así que no es raro encontrarte con cosas como esta:


Para acabar diremos que nos ha encantado subir aquí, que merece la pena ir sólo por ver las maravillosas vistas que hay de la zona y contemplar como Cantabria es infinita.



domingo, 15 de abril de 2012

Barcelona, día 4

Hoy es nuestro último día en Barcelona y le vamos a pasar con unos amigos de Coke. Nos levantamos en el hotel cochambroso, nos arreglamos y bajamos a desayunar. Cuando vimos el “buffet libre” casi nos da un pasmo: libre, sí, a elegir entre tostadas o croissants, zumo y café de máquina y mermeladas de sabores que ni los fabricantes conocen. Cuando fuimos a pagar la noche nos encontramos con que ya habían pasado la factura por la tarjeta de crédito de Laura, cuyo número había que dar con la reserva. Le preguntamos al recepcionista por qué lo habían pasado y nos contestó que si no pagas antes de entrar lo quitan directamente de la tarjeta. Y digo yo, ¿no sería mejor comunicarlo?, ¿y si no quiero pagar con tarjeta, como era el caso? NUNCA, NUNCA, NUNCA, NUNCA vayáis al hotel Santa Marta de Barcelona. NUNCA. 

Cogimos el metro en la Barceloneta en dirección Plaza Cataluña, sintiendo que era la última vez que cogíamos el metro en Barcelona. Allí buscamos el tren que se dirigía a Vilassar de Mar, donde Toni nos estaría esperando. El viaje en tren hacia nuestro destino es muy recomendable, nunca habíamos visto un tren que viajara tan cerca del mar. Gracias a las indicaciones de Toni llegamos sin problema a nuestro destino. 

En esa zona está Vilassar de Mar y Villassar de Dalt. Toni y su familia viven en este último, que recibe este nombre porque está en la montaña. De camino a la montaña, nos contó que esa zona lleva dedicándose desde hace mucho tiempo a la industria textil y de plantas ornamentales y medicinales. Hicimos un alto en el camino para ver unos yacimientos funerarios prehistóricos, del aproximadamente 2.000 a.C, es maravilloso estar en un sitio en el que nuestros antepasados hacían vida. En el primer dolmen encontraron a una mujer con el que parecía ser su hijo, en un principio los huesos estuvieron allí mismo para que la gente pudiera verlos, pero como hay gente estúpida que no sabe conservar el patrimonio histórico y se llevaron algún hueso, ahora están en el museo. El segundo yacimiento eran varias tumbas que un campesino catalán encontró mientras araba su tierra, curiosamente pensó que aquellos huesos que salían de su tierra eran de un asesinato sucedido en el pueblo. 


Desde allí nos dirigimos al mirador de la Cornisa, desde el cual hay unas maravillosas vistas de todo Barcelona. Por el camino, nos dimos cuenta de la cantidad de gente que hace deporte por esa zona, ya sea corriendo o en bici. 



Toni nos enseñó su pueblo. Primero paramos en un parque que fue la residencia de un político catalán, parece ser había robado bastante y terminó donando su masía al pueblo. El parque tiene un pequeño lago, un paseo rodeado de zonas verdes y algún columpio para los niños, y además cuenta con un pequeño escenario a disposición del pueblo. Después no enseñó el centro del pueblo, una placita dedicada a Sant Jordi, la iglesia del pueblo, la Casa de la Villa (el ayuntamiento), el museo de los caracoles (que, por desgracia, estaba cerrado), y la segunda residencia de Toni: el teatro. Nos explicó que entre Vilassar de Mar y Vilassar de Mar existe cierta rivalidad, y se ríen unos de otros por algunas historias absurdas que les han ocurrido. En Vilassar de Dalt hubo un tiempo en el que había mucha sequía y los animales no podían pastar. A un buen hombre se le ocurrió subir a su burro al campanario con una polea para que pastara allí arriba, donde sí había hierba. Lógicamente cuando el burro llegó arriba ya estaba ahorcado. Esta historia forma parte del patrimonio cultural del pueblo hasta el punto en el que, en las fiestas, se sube un monigote de un burro al campanario para recordar aquella historia. Lastimosamente hubo un cura que decidió eliminar aquella tradición, pero en la actualidad se ha vuelto a hacer. Si esta parece absurda, os soprenderá más la de Vilassar de Mar, pueblo en el que decidieron hacer un gran barco en una nave. Franco fue a ver este barco y se encontraron con que no cabía por la puerta, con lo que no pudo salir a la mar. Pero aún hay más, en otro pueblo cercano decidieron hacer un reloj de sol, y cuando lo terminaron hicieron una especie de tejadillo encima... ¡quién va a ver la hora así! 

Después de este paseo fuimos a buscar a Carmen, la mujer de Toni, para dirigirnos a su casa a disfrutar de una fantástica y reconfortante comida. Allí, conocimos también a Marta y Silvia, las hijas de Toni y Carmen, y también a Enric. Fue una comida súper entretenida y amena, la conversación fluía como si todos fuéramos amigos de toda la vida. Realmente nos hicieron sentir muy cómodos. 


Por la tarde Toni y Carmen nos llevaron al Parque del Laberinto de Horta, un jardín histórico del que se dice que es el más antiguo que se conserva en la ciudad (1791). Cerca de la entrada del parque está un antiguo palacio con elementos de estilo neoárabe y neogótico. Ya en el parque, lo primero que vimos fue el laberinto, que está formado por grandes setos. Nos metimos en él y comenzamos a recorrer todos los caminos posibles hasta llegar al centro, y luego lo mismo pero para salir. Es algo realmente curioso y divertido, y lo suficientemente grande para entretenerte por el camino, y tiene el tamaño adecuado para no llegar a agobiar. Además de esto, el parque tiene dos partes: un jardín neoclásico y un jardín romántico. Por todas partes se encuentran piezas escultóricas con motivos de la mitología griega, así como varias fuentes y laguitos. 









Después de dar un agradable paseo por el parque cogimos el coche y nos acercaron al aeropuerto. Una vez allí, nos despedimos de nuestros amigos con un gran abrazo y nos dispusimos a coger el avión. Nuestras vacaciones en Barcelona ya habían terminado. 

Después de estas cuatro entradas en el blog todos podréis intuir que nos vamos totalmente enamorados de esta ciudad por su gente, su historia, sus monumentos, sus rincones, su ambiente... Aclarar, por último, que la fama que tiene con el catalán es totalmente injustificada: nadie, NADIE, nos ha respondido en catalán cuando hemos hablado en castellano. Nos vamos con un sabor de boca fantástico... Volveremos, seguro que volveremos.