Hoy el invierno santanderino nos ha dado una tregua, así que hemos pensado pasar la tarde en La Magdalena, el lugar más característico de Santander, situado junto Después de ver el Palacio, nos dirigimos a la zona donde están los pingüinos y las focas, pero antes de llegar nos encontramos con las tres carabelas utilizadas por el navegante cántabro Vital Alsar para rememorar el viaje de Francisco de Orellana por el Pacíficoa las también conocidas playas del Sardinero.
Según entramos en La Magdalena nos encontramos con un paseo rodeado de frondosos árboles y una hierba con el verdor característico del norte. A la derecha está la playa de los Bikinis, en la que los adolescentes santanderinos pasan las tardes de verano, y a la izquierda nos encontramos con un pequeño bosque que deja entrever el Palacio de la Magdalena.
Nos sentamos a comer en uno de los bancos puestos a disposición de los turistas, y luego nos dirigimos al Palacio. Por el camino, unos niños nos avisaron de que había orugas venenosas y, como podréis imaginar, Laura fue sufriendo todo el trayecto.
El Palacio de la Magdalena fue construido entre 1909 y 1911 para convertirse en la residencia de verano de la familia real española hasta la proclamación de la II República. Se trata de un palacio que combina muy diferentes estilos arquitectónicos: en la disposición de las masas exteriores, la abundancia de las chimeneas y la forma de los ventanales se aprecia una clara influencia inglesa; en cambio, la escalinata de doble tramo o la asimetría de los cuerpos del edificio nos recuerdan al estilo francés; y por supuesto, no podía faltar algún detalle del barroco montañés. En la actualidad se está dando a conocer gracias a la serie "Gran Hotel".
No pudimos visitar el Palacio por dentro porque para ello hay que concertar la visita guiada. Pero no nos preocupa, porque como el hermano de Laura se casa allí en junio tendremos oportunidad para conocerlo.
Después de ver el Palacio, nos dirigimos a la zona donde están los pingüinos y las focas, pero antes de llegar nos encontramos con las tres carabelas utilizadas por el navegante cántabro Vital Alsar para rememorar el viaje de Francisco de Orellana por el Pacífico.
En conclusión, la Península de la Magdalena es un lugar estupendo para pasar cualquier día en el que tiempo acompañe, que, además, da multitud de opciones: desde comer en los jardines, hasta pasear por la playa, visitar el mini zoo y, si lo prevés con tiempo, conocer el Palacio.
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