Con sincio de viajar...

Somos una pareja que reside en Santander y que dedica los fines de semana a conocer nuevos lugares.
Empezamos en Cantabria... ¿Dónde terminaremos?

sábado, 10 de marzo de 2012

Argüeso y Fontibre


Hoy nos hemos ido de excursión a la zona de Argüeso y Fontibre, situados más bien hacia el sur de Cantabria.

Por recomendación de Laura, hemos ido primero al Castillo de Argüeso. Ella ya lo conocía una excursión con el instituto y guardaba un muy buen recuerdo. Llegar no fue demasiado díficil, con el GPS, claro. 

Aparcamos en la zona habilitada para ello y nos dispusimos a subir hacia el castillo. Está situado en un alto estratégico, desde el que luego pudimos comprobar cómo tenían todos los puntos importantes controlados. La subida no es demasiado empinada porque se va girando alrededor del castillo. Aunque en principio pueda dar algo de pereza, merece la pena realmente ir contemplando poco a poco cómo se erige ante nuestros pies semejante construcción.

                                          

Tras entrar en el recinto amurallado, en el que encuentras un par de burritos graciosísimos y una hierba muy cuidada, entramos en el edificio. Allí, una guía - majísima, por cierto - nos cobró la entrada (2€, creemos recordar) y nos explicó alguna cosilla sobre el castillo. Se trata de dos torreones levantados entre los siglos XII y XIV y unidos por un cuerpo central en el XV, destacar que la segunda torre está dispuesta ligeramente girada (en la foto de arriba se aprecia perfectamente) para no quitarle las vistas a la anterior. Recientemente (creemos recordar que en los 90) se reformó por completo y se hizo un grandísimo trabajo de carpintería totalmente artesanal.


Del interior del castillo sólo podemos decir que quedamos maravillados. Está cuidado que da gusto pasear por sus estancias, el trabajo de la madera es impresionante, el ambiente es mágico... Es el típico sitio del que sales pensando en que no te hubiera importado pagar más por la entrada. 



Pero, sin duda, lo mejor del castillo son las vistas que se pueden apreciar desde las almenas. Se puede subir a ellas con toda seguridad, incluso si vais con niños. Como podéis ver en la siguiente foto, las zonas por las que se puede pasear tienen una valla de seguridad. Las vistas, tanto por un lado como por el otro, son maravillosas. Desde allí puede verse cómo el castillo está situado en un lugar estratégico: se ven absolutamente todos los caminos que llevan a esa zona.





Cuando terminamos de ver el castillo le preguntamos a la guía por dónde podíamos ir a ver el Poblado Cántabro (Laura ya había estado también el mismo día que visitó Argüeso). Nos indicó perfectamente y nos dirigimos hacia allí. Antes de seguir con la crónica queremos volver a hacer mención a lo educada, simpática y agradable que era la chica que estaba en el castillo, ojalá todas fueran así, porque nos hemos encontrado con cada una que telita...

Para ir al Poblado Cántabro hay que aparcar el coche a dos kilómetros del mismo. Dos kilómetros de camino pedregoso y cuesta, así que id preparados. Subimos hasta allí, con cruce de riachuelo incluido, y llegamos. La entrada estaba totalmente embarrada, a pesar de que hacía un día estupendo. Sorteamos el barro y terminamos de entrar. Mientras se nos acercaba una chica observamos el montón de chabolas que estaban montadas, simulando a la perfección las casitas de la antiguedad. La chica nos ofreció una visita guiada por el poblado y la verdad que hubo una situación rarísima, en principio parecía que lo estaba regalando, luego nos llevó a una de las cabañas a pagar los 4€ que cuesta la entrada. El precio nos pareció excesivo, sobre todo teniendo en cuenta  que para visitar el castillo pagas sólo 2€ y su mantenimiento conlleva muchos más costes que los del poblado. No nos llegaba con lo que teníamos suelto (se nos había ido todo en la entrada del castillo) y no aceptaban tarjeta de crédito... así que no nos quedó otra más que volver a bajar los dos kilómetros, mosqueados y sin ver el poblado. Aquí tenéis a Jorge mientras bajábamos intentando hacerse amigo de los caballos (no funcionó).



La última parada del día sería Fontibre, el conocido como Nacimiento del Ebro, aunque buscando información hemos descubierto que no es el nacimiento de dicho río. En 1987 se descubrió que el origen principal de las aguas de este río es el río Híjar, que nace en el circo del pico Tres Mares, a 1.880 metros de altura. Gran parte del caudal de este río se filtra en el subsuelo de aguas abajo de Paracuelles, a poco más de 800 metros del manantial de Fontibre, para resurgir más abajo en el Pilar de Fontibre.

Cuando llegamos el olor a rabas nos embaucó, así que no nos quedó otra que sentarnos en el bar a tomar un martini y comer las rabas. El ambiente del bar de Fontibre es genial, hay un montón de mesas en la terraza y había mucha gente.



Después del aperitivo bajamos al parque. Es un sitio que está genial incluso para pasar un día campestre con bocatas. Nosotros buscamos un banquito que nos gustara y nos comimos nuestros bocatas mientras disfrutábamos de estas vistas.


Una vez que habíamos comido, bajamos un poquito más para ver el "nacimiento del Ebro", hacernos la típica foto y dar un paseíto por los alrededores.


En definitiva, ha sido un día genial. El Castillo hay que ir a verle obligadamente, es impresionante. El Poblado Cántabro... cercioraos de que tenéis dinero en la cartera antes de subir los dichosos dos kilómetros. Y en cuanto a Fontibre, si vais ¡ya podéis decirle a vuestros amigos y familiares que no es realmente el nacimiento del Ebro!

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