Con sincio de viajar...

Somos una pareja que reside en Santander y que dedica los fines de semana a conocer nuevos lugares.
Empezamos en Cantabria... ¿Dónde terminaremos?

domingo, 26 de febrero de 2012

Península de la Magdalena


Hoy el invierno santanderino nos ha dado una tregua, así que hemos pensado pasar la tarde en La Magdalena, el lugar más característico de Santander, situado junto Después de ver el Palacio, nos dirigimos a la zona donde están los pingüinos y las focas, pero antes de llegar nos encontramos con las tres carabelas utilizadas por el navegante cántabro Vital Alsar para rememorar el viaje de Francisco de Orellana por el Pacíficoa las también conocidas playas del Sardinero.

Según entramos en La Magdalena nos encontramos con un paseo rodeado de frondosos árboles y una hierba con el verdor característico del norte. A la derecha está la playa de los Bikinis, en la que los adolescentes santanderinos pasan las tardes de verano, y a la izquierda nos encontramos con un pequeño bosque que deja entrever el Palacio de la Magdalena.
Nos sentamos a comer en uno de los bancos puestos a disposición de los turistas, y luego nos dirigimos al Palacio. Por el camino, unos niños nos avisaron de que había orugas venenosas y, como podréis imaginar, Laura fue sufriendo todo el trayecto. 



El Palacio de la Magdalena fue construido entre 1909 y 1911 para convertirse en la residencia de verano de la familia real española hasta la proclamación de la II República. Se trata de un palacio que combina muy diferentes estilos arquitectónicos: en la disposición de las masas exteriores, la abundancia de las chimeneas y la forma de los ventanales se aprecia una clara influencia inglesa; en cambio, la escalinata de doble tramo o la asimetría de los cuerpos del edificio nos recuerdan al estilo francés; y por supuesto, no podía faltar algún detalle del barroco montañés. En la actualidad se está dando a conocer gracias a la serie "Gran Hotel".
No pudimos visitar el Palacio por dentro porque para ello hay que concertar la visita guiada. Pero no nos preocupa, porque como el hermano de Laura se casa allí en junio tendremos oportunidad para conocerlo.



Después de ver el Palacio, nos dirigimos a la zona donde están los pingüinos y las focas, pero antes de llegar nos encontramos con las tres carabelas utilizadas por el navegante cántabro Vital Alsar para rememorar el viaje de Francisco de Orellana por el Pacífico.



En conclusión, la Península de la Magdalena es un lugar estupendo para pasar cualquier día en el que tiempo acompañe, que, además, da multitud de opciones: desde comer en los jardines, hasta pasear por la playa, visitar el mini zoo y, si lo prevés con tiempo, conocer el Palacio.

sábado, 18 de febrero de 2012

Comillas

Hoy hemos ido a conocer Comillas, un municipio de la costa occidental cántabra que destaca por sus edificios medievales y barrocos, por ser uno de los pocos lugares fuera de Cataluña en el que intervinieron los artistas modernistas y por sus maravillosos paisajes.

Llegar es sencillo, está muy bien indicado desde que sales de la autovía. Tened cuidado por la carretera general antes de llegar, porque a veces se pone el radar. Para aparcar también está fácil, pero hay que tener en cuenta que estamos en febrero, seguro que en verano no es tan sencillo. Nosotros aparcamos en un parking gratuito muy cercano a la primera visita turística: el Palacio de Sobrellano.

El Palacio de Sobrellano fue obra de Joan Martorell, quién lo construyó por encargo del primer Marqués de Comillas. Este edificio, de estilo neogótico con ciertos aires venecianos, se utiliza en la actualidad como museo. No pudimos entrar porque cierran a las 15.20, ¿no os parece demasiado pronto? Supongo que en temporada alta abran más horas por la tarde. El caso es que nos quedamos sin verlo. Lo que sí disfrutamos es la enorme zona verde que rodea al Palacio, merece la pena sentarse en uno de sus muchos bancos y disfrutar del maravilloso edificio. Como curiosidad, decir que éste fue el primer edificio de España en utilizar la luz eléctrica, ya que el primer márques la mandó instalar en una de las visistas de los reyes.


Jardín desde el que se accede al Palacio de Sobrellano

Después nos dirigimos hacia la puerta de la Universidad Pontificia de Comillas.También construida por Joan Martorell desde 1883, tiene un estilo gótico - mudéjar muy ornamental, y a partir de 1889 se añadió una decoración más modernista. En la actualidad es una de las sedes de la Universidad Pontificia de Comillas, una universidad privada y católica, dirigida por la Compañía de Jesús. Como digo, nos detuvimos en ver la puerta, que está hecha de ladrillo, cerámica con reflejos metálicos y piedra labrada en el escudo, en el que aparecen la tierra y las llaves pontificias junto al anagrama jesuítico JHS (Jesús, de los hombres Salvador)

Puerta de la Universidad de Comillas

Haciendo caso del magnífico sentido de la orientación de Laura, decidimos subir por un camino que está a la derecha del Palacio de Sobrellano, con intención de llegar al Capricho de Gaudí. En lugar de llegar en un abrir de ojos como esperábamos, nos metimos por una pequeña montaña desde la cuál se podía ver perfectamente la Universidad de Comillas. Pero al final llegamos, ¿eh?


Universidad de Comillas


Una vez que salimos de aquel camino llegamos al Capricho de Gaudí. Cuál fue nuestra sorpresa cuándo vimos que el edificio rodeado por una valla desde la que no se ve y que hay que pagar 5€ sólo para verlo por fuera. Nos encontramos con que, como ocurrió con el Palacio de Sobrellano, ya estaba cerrado. Pero estábamos tan enfadados que no hubiéramos entrado en caso contrario. La foto que tenéis aquí está cogida de Internet, porque no encontramos ningún sitio para verlo sin entrar en el recinto.
El Capricho de Gaudí fue diseñado por Antonio Gaudí y constrido bajo la dirección de su ayudante, Cristofor Cascante. Su nombre real es Villa Quijano, pero se le empezó a llamar Capricho por tratarse de un encargo del cuñado de Marqués de Comillas, que deseaba una residencia de verano típica oriental. En la decoración se repite el tema del girasol, y se combinan la sillería, el ladrillo, el hierro y la cerámica con las formas divertidas tan características de este genio catalán.

Después de no ver el Capricho fuimos a visitar el centro histórico del municipio. Allí vimos la Fuente de los Tres Caños, el antiguo ayuntamiento y la Iglesia Parroquial de San Cristóbal mientras callejeábamos.




Iglesia Parroquial de San Cristóbal



Fuente de los Tres Caños










Para terminar nuestra visita decidimos acercarnos a la zona marítima, que nos decepcionó ligeramente. Suponemos que puede ser porque estamos en febrero y los días son más oscuros. En verano volveremos y os contamos qué tal.
                                          
Mientras volvíamos hacia la zona más céntrica, nos encontramos casi sin querer con la Puerta de Moro, que tiene una puerta para coches y peatones y además un agujero en el muro para los pájaros. Es realmente curiosa y bonita.


De vuelta al coche nos encontramos en una plaza con varias cafeterías, así que merendamos un chocolate con churros y nos fuimos a casa. Se hace necesario decir que podríamos haber visitado muchas más cosas de este precioso municipio, pero como fuimos algo tarde se nos hizo de noche y decidimos marcharnos. En verano seguro que volvemos a visitar lo que nos ha quedado. Si queréis ver Comillas, entrad en la página  web del ayuntamiento (http://www.comillas.es/default.asp) y veréis todas las cositas que podéis visitar, aunque es cierto que está perfectamente indicado para hacer rutas turísticas. Si sigues las flechas llegarás a ver todos los monumentos de interés. 





sábado, 11 de febrero de 2012

Bárcena Mayor



Hoy hemos decidido ir a conocer Bárcena Mayor, un pueblito típico cántabro situado en el municipio de Los Tojos, del que se dice es el más antiguo de Cantabria, y probablemente de España.
Llegar al pueblo es muy sencillo, la carretera está perfectamente indicada y en cuanto llegas sabes dónde debes aparcar sin necesidad de dar ninguna vuelta.Cuando bajamos del coche, el frío nos golpeó en la cara, así que nos abrigamos todo lo posible para recorrer el caminito que separa el parking del pueblo.
Nada más llegar nos sorprendieron las vistas. Es un lugar situado entre montañas, junto a un río, y todas las casas responden a la arquitectura típica montañesa. Ese día había nevado, por lo que el paisaje era todavía más bonito.
Comenzamos a recorrer las empedradas calles mientras observábamos lo cuidado que está el pueblo. Llegamos al río y decidimos tomar un orujo blanco para entrar en calor en el bar de al lado.
Mientras dábamos la última vuelta para comprobar si nos había quedado algún recoveco sin descubrir, se nos acercó un perrito y nos persiguió durante todo el paseo.
La verdad es que salimos super contentos del pueblo (no sólo por el orujo), merece la pena visitarlo para conocer la arquitectura tradicional cántabra, el trabajo de los artesanos madereros y el ambiente especial que rodea todo el lugar.