Hoy es nuestro último día en Barcelona y le vamos a pasar con unos amigos de Coke. Nos levantamos en el hotel cochambroso, nos arreglamos y bajamos a desayunar. Cuando vimos el “buffet libre” casi nos da un pasmo: libre, sí, a elegir entre tostadas o croissants, zumo y café de máquina y mermeladas de sabores que ni los fabricantes conocen. Cuando fuimos a pagar la noche nos encontramos con que ya habían pasado la factura por la tarjeta de crédito de Laura, cuyo número había que dar con la reserva. Le preguntamos al recepcionista por qué lo habían pasado y nos contestó que si no pagas antes de entrar lo quitan directamente de la tarjeta. Y digo yo, ¿no sería mejor comunicarlo?, ¿y si no quiero pagar con tarjeta, como era el caso? NUNCA, NUNCA, NUNCA, NUNCA vayáis al hotel Santa Marta de Barcelona. NUNCA.
Cogimos el metro en la Barceloneta en dirección Plaza Cataluña, sintiendo que era la última vez que cogíamos el metro en Barcelona. Allí buscamos el tren que se dirigía a Vilassar de Mar, donde Toni nos estaría esperando. El viaje en tren hacia nuestro destino es muy recomendable, nunca habíamos visto un tren que viajara tan cerca del mar. Gracias a las indicaciones de Toni llegamos sin problema a nuestro destino.
En esa zona está Vilassar de Mar y Villassar de Dalt. Toni y su familia viven en este último, que recibe este nombre porque está en la montaña. De camino a la montaña, nos contó que esa zona lleva dedicándose desde hace mucho tiempo a la industria textil y de plantas ornamentales y medicinales. Hicimos un alto en el camino para ver unos yacimientos funerarios prehistóricos, del aproximadamente 2.000 a.C, es maravilloso estar en un sitio en el que nuestros antepasados hacían vida. En el primer dolmen encontraron a una mujer con el que parecía ser su hijo, en un principio los huesos estuvieron allí mismo para que la gente pudiera verlos, pero como hay gente estúpida que no sabe conservar el patrimonio histórico y se llevaron algún hueso, ahora están en el museo. El segundo yacimiento eran varias tumbas que un campesino catalán encontró mientras araba su tierra, curiosamente pensó que aquellos huesos que salían de su tierra eran de un asesinato sucedido en el pueblo.
Desde allí nos dirigimos al mirador de la Cornisa, desde el cual hay unas maravillosas vistas de todo Barcelona. Por el camino, nos dimos cuenta de la cantidad de gente que hace deporte por esa zona, ya sea corriendo o en bici.
Toni nos enseñó su pueblo. Primero paramos en un parque que fue la residencia de un político catalán, parece ser había robado bastante y terminó donando su masía al pueblo. El parque tiene un pequeño lago, un paseo rodeado de zonas verdes y algún columpio para los niños, y además cuenta con un pequeño escenario a disposición del pueblo. Después no enseñó el centro del pueblo, una placita dedicada a Sant Jordi, la iglesia del pueblo, la Casa de la Villa (el ayuntamiento), el museo de los caracoles (que, por desgracia, estaba cerrado), y la segunda residencia de Toni: el teatro. Nos explicó que entre Vilassar de Mar y Vilassar de Mar existe cierta rivalidad, y se ríen unos de otros por algunas historias absurdas que les han ocurrido. En Vilassar de Dalt hubo un tiempo en el que había mucha sequía y los animales no podían pastar. A un buen hombre se le ocurrió subir a su burro al campanario con una polea para que pastara allí arriba, donde sí había hierba. Lógicamente cuando el burro llegó arriba ya estaba ahorcado. Esta historia forma parte del patrimonio cultural del pueblo hasta el punto en el que, en las fiestas, se sube un monigote de un burro al campanario para recordar aquella historia. Lastimosamente hubo un cura que decidió eliminar aquella tradición, pero en la actualidad se ha vuelto a hacer. Si esta parece absurda, os soprenderá más la de Vilassar de Mar, pueblo en el que decidieron hacer un gran barco en una nave. Franco fue a ver este barco y se encontraron con que no cabía por la puerta, con lo que no pudo salir a la mar. Pero aún hay más, en otro pueblo cercano decidieron hacer un reloj de sol, y cuando lo terminaron hicieron una especie de tejadillo encima... ¡quién va a ver la hora así!
Después de este paseo fuimos a buscar a Carmen, la mujer de Toni, para dirigirnos a su casa a disfrutar de una fantástica y reconfortante comida. Allí, conocimos también a Marta y Silvia, las hijas de Toni y Carmen, y también a Enric. Fue una comida súper entretenida y amena, la conversación fluía como si todos fuéramos amigos de toda la vida. Realmente nos hicieron sentir muy cómodos.
Por la tarde Toni y Carmen nos llevaron al Parque del Laberinto de Horta, un jardín histórico del que se dice que es el más antiguo que se conserva en la ciudad (1791). Cerca de la entrada del parque está un antiguo palacio con elementos de estilo neoárabe y neogótico. Ya en el parque, lo primero que vimos fue el laberinto, que está formado por grandes setos. Nos metimos en él y comenzamos a recorrer todos los caminos posibles hasta llegar al centro, y luego lo mismo pero para salir. Es algo realmente curioso y divertido, y lo suficientemente grande para entretenerte por el camino, y tiene el tamaño adecuado para no llegar a agobiar. Además de esto, el parque tiene dos partes: un jardín neoclásico y un jardín romántico. Por todas partes se encuentran piezas escultóricas con motivos de la mitología griega, así como varias fuentes y laguitos.
Después de dar un agradable paseo por el parque cogimos el coche y nos acercaron al aeropuerto. Una vez allí, nos despedimos de nuestros amigos con un gran abrazo y nos dispusimos a coger el avión. Nuestras vacaciones en Barcelona ya habían terminado.
Después de estas cuatro entradas en el blog todos podréis intuir que nos vamos totalmente enamorados de esta ciudad por su gente, su historia, sus monumentos, sus rincones, su ambiente... Aclarar, por último, que la fama que tiene con el catalán es totalmente injustificada: nadie, NADIE, nos ha respondido en catalán cuando hemos hablado en castellano. Nos vamos con un sabor de boca fantástico... Volveremos, seguro que volveremos.