Con sincio de viajar...

Somos una pareja que reside en Santander y que dedica los fines de semana a conocer nuevos lugares.
Empezamos en Cantabria... ¿Dónde terminaremos?

domingo, 15 de abril de 2012

Barcelona, día 4

Hoy es nuestro último día en Barcelona y le vamos a pasar con unos amigos de Coke. Nos levantamos en el hotel cochambroso, nos arreglamos y bajamos a desayunar. Cuando vimos el “buffet libre” casi nos da un pasmo: libre, sí, a elegir entre tostadas o croissants, zumo y café de máquina y mermeladas de sabores que ni los fabricantes conocen. Cuando fuimos a pagar la noche nos encontramos con que ya habían pasado la factura por la tarjeta de crédito de Laura, cuyo número había que dar con la reserva. Le preguntamos al recepcionista por qué lo habían pasado y nos contestó que si no pagas antes de entrar lo quitan directamente de la tarjeta. Y digo yo, ¿no sería mejor comunicarlo?, ¿y si no quiero pagar con tarjeta, como era el caso? NUNCA, NUNCA, NUNCA, NUNCA vayáis al hotel Santa Marta de Barcelona. NUNCA. 

Cogimos el metro en la Barceloneta en dirección Plaza Cataluña, sintiendo que era la última vez que cogíamos el metro en Barcelona. Allí buscamos el tren que se dirigía a Vilassar de Mar, donde Toni nos estaría esperando. El viaje en tren hacia nuestro destino es muy recomendable, nunca habíamos visto un tren que viajara tan cerca del mar. Gracias a las indicaciones de Toni llegamos sin problema a nuestro destino. 

En esa zona está Vilassar de Mar y Villassar de Dalt. Toni y su familia viven en este último, que recibe este nombre porque está en la montaña. De camino a la montaña, nos contó que esa zona lleva dedicándose desde hace mucho tiempo a la industria textil y de plantas ornamentales y medicinales. Hicimos un alto en el camino para ver unos yacimientos funerarios prehistóricos, del aproximadamente 2.000 a.C, es maravilloso estar en un sitio en el que nuestros antepasados hacían vida. En el primer dolmen encontraron a una mujer con el que parecía ser su hijo, en un principio los huesos estuvieron allí mismo para que la gente pudiera verlos, pero como hay gente estúpida que no sabe conservar el patrimonio histórico y se llevaron algún hueso, ahora están en el museo. El segundo yacimiento eran varias tumbas que un campesino catalán encontró mientras araba su tierra, curiosamente pensó que aquellos huesos que salían de su tierra eran de un asesinato sucedido en el pueblo. 


Desde allí nos dirigimos al mirador de la Cornisa, desde el cual hay unas maravillosas vistas de todo Barcelona. Por el camino, nos dimos cuenta de la cantidad de gente que hace deporte por esa zona, ya sea corriendo o en bici. 



Toni nos enseñó su pueblo. Primero paramos en un parque que fue la residencia de un político catalán, parece ser había robado bastante y terminó donando su masía al pueblo. El parque tiene un pequeño lago, un paseo rodeado de zonas verdes y algún columpio para los niños, y además cuenta con un pequeño escenario a disposición del pueblo. Después no enseñó el centro del pueblo, una placita dedicada a Sant Jordi, la iglesia del pueblo, la Casa de la Villa (el ayuntamiento), el museo de los caracoles (que, por desgracia, estaba cerrado), y la segunda residencia de Toni: el teatro. Nos explicó que entre Vilassar de Mar y Vilassar de Mar existe cierta rivalidad, y se ríen unos de otros por algunas historias absurdas que les han ocurrido. En Vilassar de Dalt hubo un tiempo en el que había mucha sequía y los animales no podían pastar. A un buen hombre se le ocurrió subir a su burro al campanario con una polea para que pastara allí arriba, donde sí había hierba. Lógicamente cuando el burro llegó arriba ya estaba ahorcado. Esta historia forma parte del patrimonio cultural del pueblo hasta el punto en el que, en las fiestas, se sube un monigote de un burro al campanario para recordar aquella historia. Lastimosamente hubo un cura que decidió eliminar aquella tradición, pero en la actualidad se ha vuelto a hacer. Si esta parece absurda, os soprenderá más la de Vilassar de Mar, pueblo en el que decidieron hacer un gran barco en una nave. Franco fue a ver este barco y se encontraron con que no cabía por la puerta, con lo que no pudo salir a la mar. Pero aún hay más, en otro pueblo cercano decidieron hacer un reloj de sol, y cuando lo terminaron hicieron una especie de tejadillo encima... ¡quién va a ver la hora así! 

Después de este paseo fuimos a buscar a Carmen, la mujer de Toni, para dirigirnos a su casa a disfrutar de una fantástica y reconfortante comida. Allí, conocimos también a Marta y Silvia, las hijas de Toni y Carmen, y también a Enric. Fue una comida súper entretenida y amena, la conversación fluía como si todos fuéramos amigos de toda la vida. Realmente nos hicieron sentir muy cómodos. 


Por la tarde Toni y Carmen nos llevaron al Parque del Laberinto de Horta, un jardín histórico del que se dice que es el más antiguo que se conserva en la ciudad (1791). Cerca de la entrada del parque está un antiguo palacio con elementos de estilo neoárabe y neogótico. Ya en el parque, lo primero que vimos fue el laberinto, que está formado por grandes setos. Nos metimos en él y comenzamos a recorrer todos los caminos posibles hasta llegar al centro, y luego lo mismo pero para salir. Es algo realmente curioso y divertido, y lo suficientemente grande para entretenerte por el camino, y tiene el tamaño adecuado para no llegar a agobiar. Además de esto, el parque tiene dos partes: un jardín neoclásico y un jardín romántico. Por todas partes se encuentran piezas escultóricas con motivos de la mitología griega, así como varias fuentes y laguitos. 









Después de dar un agradable paseo por el parque cogimos el coche y nos acercaron al aeropuerto. Una vez allí, nos despedimos de nuestros amigos con un gran abrazo y nos dispusimos a coger el avión. Nuestras vacaciones en Barcelona ya habían terminado. 

Después de estas cuatro entradas en el blog todos podréis intuir que nos vamos totalmente enamorados de esta ciudad por su gente, su historia, sus monumentos, sus rincones, su ambiente... Aclarar, por último, que la fama que tiene con el catalán es totalmente injustificada: nadie, NADIE, nos ha respondido en catalán cuando hemos hablado en castellano. Nos vamos con un sabor de boca fantástico... Volveremos, seguro que volveremos.

viernes, 13 de abril de 2012

Barcelona, día 3


Tercer día en la ciudad de Barcelona. Amanece con nubes y claros, y hoy nos hemos levantado algo más animados que el día anterior, aunque con la pena de tener que cambiar de hotel. En ese momento no sabíamos que el cambio iba a ser tan grande, ahora lo sabemos, nuestro nuevo hotel… como decirlo… es cochambroso, pero sólo vamos a utilizarlo para dormir así que… hay que mirar las cosas buenas, el nuevo hotel está prácticamente en el centro, al lado de la Barceloneta y el cambio de ambiente nos ha encantado. Como parte mala... no sé por dónde empezar. El ascensor nos daba tanto mal rollo que bajábamos las desde el cuarto piso andando, según llegabas a la planta te encuentras con un pasillo estrecho y oscuro, y cuando entras en la habitación la cosa no cambia: la puerta se choca con la cama, hace frío, hay una pequeña ventana desde la que puedes ver todo lo que hacen los vecinos de enfrente (no creo que haya más de 10 metros entre edificio y edificio)... en fin, un caos. Al mal tiempo buena cara.


Pasamos a la descripción del día. La primera caminata ha sido por la Barceloneta y el paseo marítimo hasta casi la villa olímpica. La Barceloneta es un barrio de pescadores con forma triangular en el que por las olimpiadas del 82 se construyó una playa artificial ganando terreno al mar. Nos ha gustado el ambientillo que se cocía y poder dar un paseo cerca de la playa. Destacar un hotel muy bonito en forma de vela, del cual estoy convencido que si fuera de Norman Foster sería mucho más famoso, la plaza de la Barceloneta, una placita que encontramos casi sin querer y que ahora sabemos que se trata de la iglesia de Sant Miquel de Port y que nos encantó por la fachada “renacentista” que se podía admirar, y los dos altos rascacielos que de la villa olímpica. Visitamos también el parque de la Barceloneta y nos decepcionó un poco. Como apunte diré que nuestra caminata ha sido mucho más calmada que la de días anteriores, andábamos unos metros y buscábamos el primer banco para sentarnos y descansar. Nuestras piernas empiezan a pasar factura después de estos días tan duros.


Después de hacer el camino de vuelta, y comprando por el camino choricito para más tarde hacernos unos bocatas, hemos parado en la Estación de Francia, una estación de carácter monumental realizada con una estructura metálica de estilo modernista en la que trabajó entre otros Pedro Muguruza. Luego hemos seguido andando hasta el Parque de la ciudadela. Un parque realmente bonito y, como me ha dicho mi amigo Toni, romántico. Un sitio por el que da gusto pasear con una zona con barquitas, otra con una fuente muy grande preciosa, un mamut, alguna escultura y justo al lado, para quien quiera, un zoo. Hemos aprovechado este fabuloso lugar, para hacernos los susodichos bocatas y recuperar fuerzas para la tarde que nos esperaba. Decir que a lo lejos desde el parque vimos el arco del triunfo, pero nuestras piernas se negaron a verlo más de cerca.



Ya con más entusiasmo nos dirigimos al metro de la Barceloneta para ir a nuestro siguiente destino, Plaza de Espanya, en Montjuic. Salimos por la salida de la Fira de Barcelona y pudimos admirar las Torres Venecianas de la plaza y la escultura que se encuentra en el centro de la rotonda, realmente es una de las plazas más bonitas que he visto. Justo hacia el otro lado se encuentra el Arenas de Barcelona, una antigua plaza de toros reconvertida en centro comercial, pero ahí iremos más tarde. Pasamos entre las dos torres de la plaza y la Fira de Barcelona para llegar a la fuente de Montjuic, aunque aún estaba sin agua, y giramos a la derecha en dirección al Caixa Forum. Un edificio reconstruido de la antigua fábrica de Casaramona con un estilo modernista y donde había una exposición de Goya, entre otras. Esta exposición nos ha gustado muchísimo, era de grabados y tenía algunos de los cuadros más famosos del artista. Nos ha encantado el ambiente que había, mucha gente interesándose por la cultura. Todas las exposiciones eran gratuitas, y hemos subido a la parte superior del edificio, el cual tenía una cubierta plana catalana muy curiosa de ver y desde donde se podía admirar el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Nuestra intención era seguir hasta Poble Espanyol, pero al ver que era todo subida y con el cansancio acumulado decidimos darnos la vuelta y buscar el Pabellón de Mies Van der Rohe, que no habíamos visto. Al llegar a él resultó que  se trataba del Pabellón de Barcelona, un trabajo grandioso de este gran arquitecto y que yo pensé que sólo lo habían realizado para una exposición y que ya había sido retirado. Hice mil fotos porque Mies es uno de mis arquitectos favoritos y uno de los que me hizo enamorarme de la arquitectura.


Llegando ya la hora del espectáculo en la Fuente de Montjuic (de 7 a 9), nos dirigimos hasta unos escalones para verlo mejor. La verdad es que es un espectáculo ver lo que se puede conseguir con agua y música. Quedamos totalmente prendados aunque echamos de menos la incorporación de la luz en la ecuación, pero nada, que no se hacía de noche.



Después de casi una hora decidimos que el frío podía con nosotros y que era hora de volver. Cuando ya íbamos a coger el metro en la plaza de Espanya, cambiamos de opinión y subimos a  la parte superior del Arena de Barcelona. Hay un ascensor exterior de cristal en el que merece la pena montar, me parece muy triste que te cobren por subir en él, aunque el precio sea un mísero euro. Las vistas desde arriba son increíbles, hacia un lado podemos ver el camino que habíamos recorrido anteriormente y a lo lejos la Torre de Calatrava, que sin duda da nivel a las vistas, y hacia el otro lado a parte de ver a lo lejos el Tibidabo, la Sagrada Familia o la Torre Agbar, podemos admirar el parque de Joan Miró, un placer para la vista sin duda.


Hoy ha sido un día mucho más tranquilo que los anteriores, pero igual de provechoso, hemos visto muchas cosas  curiosas a la par que bonitas y sorprendentes, seguimos cada día más enamorados de Barcelona, aunque nuestros pies la odien.





jueves, 12 de abril de 2012

Barcelona, día 2

Antes de nada, queremos dar las gracias a todos los amigos que habéis visitado el blog y nos habéis comentado que os gusta. Esto es precisamente para vosotros.


 El día en Barcelona ha amanecido nublado y a lo largo del mismo han ido cayendo alguna que otra gotita, pero la temperatura era realmente agradable. Después de haber dormido como auténticos lirones - el día de ayer fue demasiado! - nos hemos levantado con fuerzas recuperadas, nos hemos arreglado y hemos bajado a desayunar. Como todavía no os hemos hablado del hotel, os comentamos ahora que está genial, el trato es estupendo, las instalaciones son tan modernas que lo hacen realmente atractivo, y yendo a lo importante (LA COMIDA) el buffet del desayuno está genial. 

Hoy habíamos pensado conocer toda la parte de Gaudí, así que cogimos el metro y nos dirigimos hasta la parada de Lesseps para ir a conocer el Parque Güell. Entre la parada y el parque hay aproximadamente 1,5 km, y más o menos la mitad es una subida que hay que tomarse con verdadera calma. El parque tiene numerosos jardines y elementos arquitectónicos, y debe su nombre a Eusebi Güell, un empresario catalán amigo íntimo de Gaudí, a quién encargó construir el parque. Para diseñarlo, Gaudí se inspiró en formas de la naturaleza. En la entrada del parque se encuentra una gran escalinata presidida por la famosa escultura de la salamandra decorada con mosaicos. Decidimos tomar el camino de la derecha para dar un paseo por el parque e ir viendo los viaductos que se encuentran a lo largo del parque. 

Desde la zona más alta, en la Cruz del Calvario, se puede divisar toda la ciudad con sus edificios más emblemáticos, como la Sagrada Familia o la Torre Agbar. Tras quedar maravillados con estas vistas, nos dirigimos hacia la plaza del parque, que tiene una forma oval y está rodeada de bancos decorados con mosaicos. 





Bajo esta plaza y sujetándola se encuentra una sala, la llamada Sala Hipóstila o Sala de las Cien Columnas, que tiene unas 90 columnas y varios mosaicos decorativos en el techo. Esta sala da a la escalinata que se ve en la entrada, y desde ella, se pueden ver los preciosos detalles de la entrada del parque.

Una vez visto el parque, cogimos el metro de nuevo en dirección al Paseo de Gracia, para comer algo y continuar conociendo las maravillas arquitectónicas de Gaudí. Nada más salir del metro nos sorprendieron las farolas de esta calle.



Después de comer nos dirigimos a la Casa Batlló, de la que sólo vimos la parte exterior. La fachada está hecha con piedra arenisca tallada en formas curvas y revestida con sus famosos cristales de colores. Del edificio destaca la tribuna del piso central, que se extiende por los laterales hasta el primer piso, y sobre todo, sus balcones, que están hechos con hierro y colocados sobre peanas de piedra con forma de concha.  


De la Casa Batlló nos dirigimos a la Pedrera, que está a poco más de un kilómetro. La ondulante fachada que da al Paseo de Gracia tiene más de 20 metros de largo y nueve balcones cuyas barandillas llaman poderosamente la atención porque parecen papel arrugado. Al igual que la Casa Batlló, sólo vimos el exterior.



Llegados a este punto, cabe hacer una crítica a la ciudad, y es el desorbitado precio para visitar los monumentos. La entrada para la Casa Batlló cuesta, para estudiantes, casi 15€, y la Pedrera, 11. Si a esto le sumas los 6€ que cuesta entrar a la Catedral, los 14€ del Museo Picasso y los 11€ de la Sagrada Familia, se te pone la broma en casi 60€, y aquí los presentes somos estudiantes y o comemos o conocemos perfectamente la obra de Gaudí. Como de todo esto lo que más nos llamaba la atención a ambos es la Sagrada Familia, nos decantamos por visitar el interior de la basílica y descartar los monumentos anteriores.

Cogimos el metro y nos dirigimos a la Sagrada Familia. Cuando llegamos a la estación, salimos a la calle y vimos la basílica alzarse ante nuestros pies sentimos algo muy difícil de explicar: una mezcla entre sorpresa, incredulidad y ganas locas de entrar a conocer lo que el genio Gaudí ideó en su día para presidir la ciudad condal. La cola para entrar a verla ocupaba dos lados de la manzana, aunque a decir verdad, la espera no fue demasiado larga. Para ver la Sagrada Familia hay dos opciones, hacerlo por tu cuenta o con audioguía. Nosotros optamos por la segunda y podemos asegurar que es la mejor manera de conocer el interior de la basílica, y la única forma de conocer a la perfección el motivo de cada detalle que nos encontramos, porque si algo hemos aprendido hoy es que Gaudí jamás dejaba nada al azar.





Cuando entramos no podíamos creer lo que veíamos: esas columnas tan altas y diferentes entre sí, las vidrieras que hacen entrar una luz mágica, la impresionante altura del edificio, los adornos de los techos... Lo primero que explica el audioguía son las vidrieras: todas tienen un simbolismo religioso en la forma y en los colores. Nos llamó muchísimo la atención que arriba del todo hay una serie de vidrieras que no tienen color, pero sí están adornadas con unas líneas que le dan un aire muy elegante.

Después pudimos observar las diferentes columnas que hay. Diferentes en altura, forma e incluso el color. Llaman la atención sobre todo unas columnas que tienen forma de árbol y que permiten que el edificio aguante en pie sin necesidad de contrafuertes, y que además terminan en un techo decorado en forma de palmera que te hace sentir en un bosque arquitectónico. Gaudí ha inventado una forma diferente de hacer columnas, e incluso de hacer bóvedas.

Del exterior, hemos conocido las dos fachadas que están terminadas. Una de ellas, dedicada al nacimiento de Jesús, tiene muchos detalles y está muy decorada: aparecen varios grupos escultóricos, diferentes animales y formas de la naturaleza como hojas y plantas. La otra, que representa la muerte y resurrección de Jesús, tiene unas líneas mucho más rectas y con menos artificios.

Aquí ha terminado nuestro día gaudiano, volvemos a estar realmente cansados pero aún nos dura la ilusión y la sorpresa de todo lo que hemos conocido hoy. Sin duda, lo que más nos ha gustado es la Sagrada Familia, ambos coincidimos en que es el monumento más bonito y espectacular que hemos visto nunca. Mañana más y mejor :)

Barcelona, día 1

Después de un madrugón infernal (4:10 de la mañana) y un recorrido en coche hasta Barajas, llegamos a la T4 para coger nuestro vuelo a Barcelona. Incluyo esta parte porque a pesar de ser de Madrid quedamos alucinado al ver la obra de arte que es la T4, construida por el arquitecto inglés Richard Royers.


Montamos en nuestro avión y tras un pequeño retraso, salimos hacia nuestro destino. Fue un vuelo muy tranquilo y sin incidencias. Una vez en el aeropuerto, cogimos un autobús que nos llevó a Plaza Cataluña.  El aeropuerto de Barcelona es muy intuitivo y se llega muy fácilmente a la zona del transporte público. Allí cogimos el metro para dirigirnos hacia nuestro hotel, el Tryp Condal Mar. La verdad es que quedamos gratamente sorprendidos con él, ya que no esperábamos que fuera tan bonito. Decidimos dormir un rato para coger fuerzas, nos esperaba una tarde de patearnos la ciudad. 

En este primer día hemos decidido recorrer toda la parte gótica, así que nuestra primera parada fue la Plaza de Jaime I, desde donde nos dirigimos a la oficina de turismo para que nos orientaran un poco. Después de que nos dieran un planito y no nos dijeran casi nada, fuimos a ver la Catedral. Quedamos alucinados con los arcos ojivales y las formas que tiene. Realmente una construcción gótica perfectamente realizada y que está situada de tal forma que entres por donde entres te la encuentras en toda su inmensidad. La entrada para visitar el interior cuesta 6€, pero no lo hicimos porque había un montón de gente en la cola.


Una vez terminada nos dirigimos casi sin querer al Mercado de Santa Caterina, del que ni si quiera nos habían informado en la oficina turística. Su cubierta es realmente sorprendente por su colorido mosaico y su forma que recuerda a las olas del mar.




Desde el mercado nos hemos dirigido hacia la Plaza del Rey, haciendo una pequeña parada en Starbucks para que Laura probara su primer frapuccino chocolate (mmmmmmmm). Hemos vuelto a parar a la estación de metro en la que nos apeamos para luego dirigirnos al Museo Picasso. No hemos entrado porque el precio nos parecía excesivo (14€!!) y creemos que hay cosas mucho más interesantes por las que pagar.

Como Jorge está leyendo "La Catedral del Mar", tenía especial interés en visitar la Iglesia de Santa María del Mar, así que nos acercamos dando otro paseíto hasta allí para admirar la extraña belleza de la misma. 


Nos hemos dirigido hacia el mar hasta llegar a Plaza Palacio. Desde allí se empezaba a entrever el Cap de Barcelona, una escultura de gran tamaño del artista Roy Lichtenstein. Esta obra nos ha llamado especialmente la atención, porque sigue la estela colorida y modernista que envuelve toda la ciudad. 



Junto al puerto deportivo se encuentra el Paseo Colón, que desemboca en una gran estatua que recuerda a la de Madrid. Pasear por esta calle nos ha resultado muy agradable por la brisa y el ambiente marítimo. Desde el mirador de Colón se puede ver Torre de Jaime I y el World Trade Center, emblemas del puerto de Barcelona.

En una visita a la zona antigua de Barcelona no puede faltar un paseo por las Ramblas, aunque el nuestro se ha complicado ligeramente. Comenzamos subiendo esta famosa calle e hicimos la primera parada en el Bosque de las Hadas, un pequeño bar situado junto al museo de cera en el que toda la decoración recuerda a un encantador y mágico bosque. Entramos con miedo de pagar 10€ por dos cafés, pero, sorprendentemente, con 2,80€ lo teníamos resuelto. Merece la pena visitar este lugar tan especial.


Hemos seguido paseando por La Rambla y nos hemos desviado para ver el Palau Güell, una obra de Gaudí,  cuyas formas llaman la atención sobre el resto de edificios colindantes.


Hemos querido visitar la Iglesia de San Pau del Camp, así que nos hemos desviado de La Rambla, y ahí ha comenzado nuestra aventura. Después de ver esta pequeña pero encantadora iglesia, nos hemos perdido por la zona del Raval y sus calles que no parecen demasiado seguras. Después de un buen rato caminando totalmente desorientados, hemos conseguido ubicarnos y tomar el camino adecuado para dirigirnos al Museo de Arte Contemporáneo. Del edificio en sí no nos ha llamado nada la atención, pero el ambiente era muy llamativo: había un montón de gente haciendo verdaderas virguerías con el skate. Desde esta zona, hemos vuelto a La Rambla para visitar el Mercado de la Boquería, famoso por sus puestos de fruta y zumos naturales. Para terminar el recorrido de hoy, nos hemos dirigido a Plaza Cataluña, hemos conocido el Hard Rock aunque nos ha sido imposible cenar allí por la grandísima cola, y, dado que nuestras piernas nos pedían a gritos un respiro, volvimos al hotel para ducharnos, cenar tranquilamente y dar un paseo viendo de fondo la Torre Agbar.

Para hacer un balance de este día, decir que estamos destrozados en la cama, con los pies y las piernas muertos de cansancio, pero, sin duda, ha merecido la pena conocer parte de los encantos de esta gran ciudad. Mañana más y mejor.

martes, 10 de abril de 2012

El escorial


Estamos en mi casita de la sierra de Madrid, y viendo el mal tiempo que hacía, hemos decidido ir a San Lorenzo del Escorial para ver el Monasterio, una visita obligada.

La primera reacción al verlo ha sido la sorpresa, es una estructura realmente grande realizada por el arquitecto  Juan de Herrera. Destacaré la cúpula, que desde fuera llama poderosamente la atención. A mi personalmente me parece un poco basta y excesivamente grande, pero tiene su encanto.

En la entrada nos llevamos nuestra primera sorpresa: la entrada cuesta 10€. Por lo menos con el carnet de estudiante reducen el precio a 5€. La primera impresión fue bastante mala, la chica que estaba en la taquilla no nos explicó lo que íbamos a ver ni por donde se entraba, era un poco borde. También echamos de menos algún folleto informativo. Recorriendo los laberínticos pasillos del monasterio llegamos a una exposición de tapices y, probablemente, al mejor cuadro que vimos: El Martirio de San Mauricio, de El Greco. Después entramos en la zona de arquitectura, donde encontramos muchos planos de la época y herramientas con las que construyeron el monasterio. De esta parte del monasterio diré que está muy poco cuidada, la disposición es aburrida, y hay poca información sobre lo que muestran. Nos llamó la atención una maqueta del edificio, que es realmente increíble. Después llegamos a la zona de pintura flamenca, donde nos encontramos con una gran exposición de pinturas, algunas mejores que otras. El gran descubrimiento, sin duda, la cantidad de obras de Michel Coxcie, artista del que no habíamos oído hablar demasiado pero que nos ha encantado. A continuación llegamos a una zona impresionante: el capitolio. Todo está hecho con mármol y la verdad es que está muy bien cuidado. Recorrimos algunas salas más con cuadros hasta que llegamos a  una con todos los techos pintados, y con una genial luz cenital que llama muchísimo la atención por la oscuridad general del monasterio. Las últimas partes que visitamos fueron las mejores, encontramos una escalera con todo el techo pintado que nos dejó totalmente impresionados, y más adelante llegamos a la iglesia. En ella, hay un retablo muy bonito y todo lo arquitectónico es realmente increíble.Tiene una cúpula que llama la atención y una bóveda plana que vimos explicada en la parte de arquitectura, pero que si no  llegamos a fijarnos no la hubiésemos visto porque nos estaba indicada.

Por fin, y después de una visita bastante larga salimos algo decepcionados. En síntesis podemos decir que hay partes del monasterio, sobre todo las de las exposiciones (tapices, arquitectura y pinturas), que están bastante descuidadas, otras están poco iluminadas, sucias, o incluso rotas y además, hay poca información sobre lo que se está viendo. Aunque el precio para la visita nos parece muy alto para lo cuidado que está, merece la pena visitarlo por lo imponente y majestuoso del monasterio.


domingo, 8 de abril de 2012

Parque Europa

Después de varios días en Madrid y sin mucho tiempo libre por los numerosos "compromisos" con amigos y familia, dedicamos la tarde a visitar este maravilloso parque del que tanto me habían hablado, y tantas fotos de parejitas había visto.


El Parque Europa está situado en Torrejón de Ardoz, al noroeste de Madrid. Fue una gran escombrera ocupada por naves abandonadas e infraviviendas, pero ahora se ha convertido en la mayor zona verde del municipio. Se extiende sobre una superficie de más de 200.000 metros cuadrados y su mayor atractivo son las reproducciones de los monumentos más emblemáticos de las principales ciudades europeas. Pero además, cuenta con muchas zonas de ocio para niños (parques, espacios multiaventura), una gran plantación de árboles, arbustos y flores de temporada, y tres lagos, en el más grande se puede alquilar una barquita para navegar.

El acceso al parque es totalmente gratuito, pero si vas en coche tendrás que pagar 3€ por estacionar en su parking durante seis horas. 

Los monumentos europeos representados en el parque son los siguientes:

En la foto veis la típica casita cántabra. Junto a ella había un montón de construcciones típicas de otras comunidades autónomas.


Aquí podéis ver una reproducción del Teatro Griego.


El Puente de Londres se sitúa justo encima del lago navegable.


Esta es la Plaza de España.


Delante del lago está representada La Sirenita.


Sin duda, el monumento que más llama la atención (incluso antes de entrar en el parque, porque se ve desde fuera) es el de la Torre Eiffel.


Aquí podéis ver la Torre de Belem.
 

Y esta réplica es de los típicos molinos holandeses.

Además de todos estos, también encontraréis:
  • Puerta de Brandenburgo.
  • Muro de Berlín. Merece la pena destacar que éste no se trata de una réplica, sino de un trozo del muro original cedido gratuitamente por el Ayuntamiento de esta ciudad.
  • Barco Vikingo.
  • Fontana de Trevi.
  • David de Miguel Ángel.
  • Mannenken Pis.
  • Plaza de Europa.
  • Atomium.
  • Puerta de Alcalá.
El parque nos ha encantado, aunque quizá no haya cumplido todas nuestras expectativas en cuanto al rigor de las representaciones, sobre todo la Fontana de Trevi y el David de Miguel Ángel dejan mucho que desear. Pero realmente merece la pena coger unos bocatas y pasar un día visitándolo. Además si vas con niños seguramente disfrutarás mucho más del día, eso sí, si quieres hacer los circuitos multiaventura prepara la cartera:
  • Tirolina: 3,50€
  • Embarcadero: 10,00€
  • Tiro con arco: 6,00€
  • Multiaventura: entre 4,00 y 19,00€
  • Laberinto láser: 6,00€
  • Barcas infantiles: 3,50€
Para que veáis lo bien que lo pasamos, os dejamos una foto de Laura que representa su estado de ánimo durante todo el recorrido: