Con sincio de viajar...

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jueves, 12 de abril de 2012

Barcelona, día 2

Antes de nada, queremos dar las gracias a todos los amigos que habéis visitado el blog y nos habéis comentado que os gusta. Esto es precisamente para vosotros.


 El día en Barcelona ha amanecido nublado y a lo largo del mismo han ido cayendo alguna que otra gotita, pero la temperatura era realmente agradable. Después de haber dormido como auténticos lirones - el día de ayer fue demasiado! - nos hemos levantado con fuerzas recuperadas, nos hemos arreglado y hemos bajado a desayunar. Como todavía no os hemos hablado del hotel, os comentamos ahora que está genial, el trato es estupendo, las instalaciones son tan modernas que lo hacen realmente atractivo, y yendo a lo importante (LA COMIDA) el buffet del desayuno está genial. 

Hoy habíamos pensado conocer toda la parte de Gaudí, así que cogimos el metro y nos dirigimos hasta la parada de Lesseps para ir a conocer el Parque Güell. Entre la parada y el parque hay aproximadamente 1,5 km, y más o menos la mitad es una subida que hay que tomarse con verdadera calma. El parque tiene numerosos jardines y elementos arquitectónicos, y debe su nombre a Eusebi Güell, un empresario catalán amigo íntimo de Gaudí, a quién encargó construir el parque. Para diseñarlo, Gaudí se inspiró en formas de la naturaleza. En la entrada del parque se encuentra una gran escalinata presidida por la famosa escultura de la salamandra decorada con mosaicos. Decidimos tomar el camino de la derecha para dar un paseo por el parque e ir viendo los viaductos que se encuentran a lo largo del parque. 

Desde la zona más alta, en la Cruz del Calvario, se puede divisar toda la ciudad con sus edificios más emblemáticos, como la Sagrada Familia o la Torre Agbar. Tras quedar maravillados con estas vistas, nos dirigimos hacia la plaza del parque, que tiene una forma oval y está rodeada de bancos decorados con mosaicos. 





Bajo esta plaza y sujetándola se encuentra una sala, la llamada Sala Hipóstila o Sala de las Cien Columnas, que tiene unas 90 columnas y varios mosaicos decorativos en el techo. Esta sala da a la escalinata que se ve en la entrada, y desde ella, se pueden ver los preciosos detalles de la entrada del parque.

Una vez visto el parque, cogimos el metro de nuevo en dirección al Paseo de Gracia, para comer algo y continuar conociendo las maravillas arquitectónicas de Gaudí. Nada más salir del metro nos sorprendieron las farolas de esta calle.



Después de comer nos dirigimos a la Casa Batlló, de la que sólo vimos la parte exterior. La fachada está hecha con piedra arenisca tallada en formas curvas y revestida con sus famosos cristales de colores. Del edificio destaca la tribuna del piso central, que se extiende por los laterales hasta el primer piso, y sobre todo, sus balcones, que están hechos con hierro y colocados sobre peanas de piedra con forma de concha.  


De la Casa Batlló nos dirigimos a la Pedrera, que está a poco más de un kilómetro. La ondulante fachada que da al Paseo de Gracia tiene más de 20 metros de largo y nueve balcones cuyas barandillas llaman poderosamente la atención porque parecen papel arrugado. Al igual que la Casa Batlló, sólo vimos el exterior.



Llegados a este punto, cabe hacer una crítica a la ciudad, y es el desorbitado precio para visitar los monumentos. La entrada para la Casa Batlló cuesta, para estudiantes, casi 15€, y la Pedrera, 11. Si a esto le sumas los 6€ que cuesta entrar a la Catedral, los 14€ del Museo Picasso y los 11€ de la Sagrada Familia, se te pone la broma en casi 60€, y aquí los presentes somos estudiantes y o comemos o conocemos perfectamente la obra de Gaudí. Como de todo esto lo que más nos llamaba la atención a ambos es la Sagrada Familia, nos decantamos por visitar el interior de la basílica y descartar los monumentos anteriores.

Cogimos el metro y nos dirigimos a la Sagrada Familia. Cuando llegamos a la estación, salimos a la calle y vimos la basílica alzarse ante nuestros pies sentimos algo muy difícil de explicar: una mezcla entre sorpresa, incredulidad y ganas locas de entrar a conocer lo que el genio Gaudí ideó en su día para presidir la ciudad condal. La cola para entrar a verla ocupaba dos lados de la manzana, aunque a decir verdad, la espera no fue demasiado larga. Para ver la Sagrada Familia hay dos opciones, hacerlo por tu cuenta o con audioguía. Nosotros optamos por la segunda y podemos asegurar que es la mejor manera de conocer el interior de la basílica, y la única forma de conocer a la perfección el motivo de cada detalle que nos encontramos, porque si algo hemos aprendido hoy es que Gaudí jamás dejaba nada al azar.





Cuando entramos no podíamos creer lo que veíamos: esas columnas tan altas y diferentes entre sí, las vidrieras que hacen entrar una luz mágica, la impresionante altura del edificio, los adornos de los techos... Lo primero que explica el audioguía son las vidrieras: todas tienen un simbolismo religioso en la forma y en los colores. Nos llamó muchísimo la atención que arriba del todo hay una serie de vidrieras que no tienen color, pero sí están adornadas con unas líneas que le dan un aire muy elegante.

Después pudimos observar las diferentes columnas que hay. Diferentes en altura, forma e incluso el color. Llaman la atención sobre todo unas columnas que tienen forma de árbol y que permiten que el edificio aguante en pie sin necesidad de contrafuertes, y que además terminan en un techo decorado en forma de palmera que te hace sentir en un bosque arquitectónico. Gaudí ha inventado una forma diferente de hacer columnas, e incluso de hacer bóvedas.

Del exterior, hemos conocido las dos fachadas que están terminadas. Una de ellas, dedicada al nacimiento de Jesús, tiene muchos detalles y está muy decorada: aparecen varios grupos escultóricos, diferentes animales y formas de la naturaleza como hojas y plantas. La otra, que representa la muerte y resurrección de Jesús, tiene unas líneas mucho más rectas y con menos artificios.

Aquí ha terminado nuestro día gaudiano, volvemos a estar realmente cansados pero aún nos dura la ilusión y la sorpresa de todo lo que hemos conocido hoy. Sin duda, lo que más nos ha gustado es la Sagrada Familia, ambos coincidimos en que es el monumento más bonito y espectacular que hemos visto nunca. Mañana más y mejor :)

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